November 15, 2006

 

Colores del camino



A mitad de camino entre Diu y Ahmedabad, nos detuvimos a cargar combustible en un paraje cercano a Bhandinagar. Justo para aprovechar la luz de las cinco y media de la tarde, la mejor para realzar los colores del camino.

Mujeres que llegaban con sus mercancías sobre la cabeza, rickshwas que esperaban pasajeros en la lontananza del domigo que se iba, puestos de comidas en la calle en los que nos animamos sólo a unas Lays con Sprite. A doscientos metros, un templo sobre una colina baja. Y dos simpáticos personajes que se acercaron a ver la cámara digital y me pidieron por favor una foto. ¿Como decirles que no?

November 14, 2006

 

Ellos bailan solos

They dance alone (Sting)
Es difícil describir a la India como un solo país. Por su extensión, por la variedad de sus climas, de sus gentes, de sus lenguas, es todo un continente en el territorio de un país. De ahí que resulte un tanto arriesgado de algunas costumbres generalizando. No obstante, después de dos semanas de vida aqui, y de haber soportado dos días de clases sobre el tema de la discriminación de la mujer en los microemprendimientos, puedo empezar a inferir que la mujer está muy relegada por estos lares. Uno puede verlas en las calles, la mayoría de las veces realizando tareas domésticas de todo tipo. Muchas de ellas acarrean leña acomodadas en telas sobre la cabeza, o atienden puestos y negocios. Pero cuando llega la noche, literalmente desaparecen. Los hombres sí se muestran casi siempre en lugares públicos, sentados en cualquier parte, en grupos numerosos, felices de dejar pasar el tiempo, los dias, la vida.
En Diu, unas pocas se metían al mar, vestidas con sus saris, haciéndole frente a la olitas tímidas del mar arábigo. A la noche, el guía que nos acompañaba no llevó a la disco del lugar: un sucucho de no más de 50 mts2, con una barra tres mesitas tipo cine con vermouth y una pista de baile con unos dibujos flúo muy bizarros decorando las paredes. Animaban la velada 20 caballeros muy modernos que bailaban frenéticos... entre hombres! La primera reacción fue que nos habíamos equivocado, y metido en una disco gay. Ante nuestra cara de asombro, un parroquiano nos explicó que socialmente no estaba bien visto que las mujeres concurran a estos lugares.
Entonces ellos bailan solos. Y le ponen pasión. Se contornean al ritmo del pop hindú transpirando la camiseta, con pasos imitados de algún video de Bollywood o, más allá, de alguna remiscencia del peor Luis Miguel o Ricardito Martin. Mueven la pelvis y se miran a los ojos. Entonan los estribillos con la misma garra con la que gritamos los goles de la selección en ronda de amigos. Da la sensación que hay una prepación en esos pasos de danza tan elaborados, con movimientos cadenciosos de brazos y cinturas, con vaivenes de cabelleras teñidas de amarillo y rojizo.
A las 23 hs, de repente, se corta la música. Se acabó lo que se daba. Demasiado tarde ya, hora de volver a casa, solitos como llegaron. Trepan a sus motos y se pierden en la noche, tan machotes ellos. Nosotros nos quedamos con la joda en los bolsillos. La mejor decisión es dormirse temprano para disfrutar un rato de playa el domingo antes de volver a la polución de Ahmedabad

November 13, 2006

 

Diu












El fin de semana me prendí en un viaje organizado por los rusos, que querían conocer el mar. El destino elegido fue Diu, una pequeña isla sobre el mar arábigo, en el mismo estado de Gujarat, a 450 kms. de Ahmedabad. Fueron dos experiencias en una: el mar en sí, y la odisea de recorrer 900 en rutas indias, un verdadero suplicio para la paciencia y el huesito dulce.

Las rutas indias tienen una quintuple combinación matadora:
1. Están en la mayoría de los tramos destrozadas, y sin banquinas.
2. Como en las ciudades, hay montones, centenares, miles de vacas y animales sueltos, muchas veces hasta tendidos en el mismo asfalto.
3. Casi no la transitan los autos, al menos en las zonas mas rurales o alejadas de las ciudades, pero están están atestadas de camiones de carga de mercancías, motonetas, y motocamionetas que transportan de todo, incluyendo personas, a no mas 40 kms por hora.
4. Tienen muy poca señalización
5. Parece no existir ningún tipo de conciencia sobre las condiciones mínimas y elementales de seguridad en la ruta: si se para el motor, ahi queda tendido el camión en el medio de la ruta. Todos manejan por cualquier lado, y uno se encomienda a la Medalla Milagrosa y al Gauchito Gil para salir vivo de allí.

Fueron ocho horas tediosas, que se hicieron más difíciles por los greatest hits hindúes que puso el chofer en el stereo de la camioneta, desde que salimos hasta que llegamos: Una suerte de Natalia Oreiro cantado en Hindi, con onda house de cuarta y estribillos pegadizos e insoportables. Los rusos, que conocen tanto de rock como yo de mecánica diesel, pedían subir el volumen y disfrutaban sus cinco minutos de locura.

Al fin, el mar. Diu es mitad destino turístico, mitad pueblo de pescadores. Mitad belleza con reminiscencia de escenografía, mitad hedor y color de pesca artesanal. La isla está coronada con fuerte portugués del siglo XVI, que mira a una isla con faro. Muy pintoresco. Dimos una vuelta rápida por la isla y acertadamente elegimos Hoka Hostel. Lindo, agradable, nice swimming pool y habitaciones confortables, con un servicio de comidas más que aceptable por 8 dólares la noche. Un poco de hipocresía india: En Diu se permite la venta de bebidas alcohólicas. Excepciones que genera el turismo. Destapamos tres lager de 650 cm, que después de dos semanas de abstinencia y ocho horas de infierno en la ruta, fueron un maná. Y de ahí a la playa. Para que les voy a mentir. Ni Cancún ni San Andrés. Mas bien Las Grutas, con playa mas angosta y palmeras atrás. El agua cálida nos permitió bañarnos hasta que, lento y melancólico, se fue el atardecer. Con eso ya había pagado mi viaje

En la playa tuvimos nuestros quince minutos de fama. No menos de 50 personas se fueron acercando y formaron una verdadera platea humana, sólo para vernos y pedirnos fotos. Uno sabe que tiene sus encantos, para qué dudarlo, pero nunca me habia pasado - ni creo que me vuelva a pasar esto. Todos nos sacaban fotos con sus celulares, hasta que apareció un fotógrafo con una réflex y comezó a ganarse su día. A pedido, les sacaba fotos con nosotros y luego arreglaba la entrega por un módico precio. Todos sienten enorme interés por saber de que país somos. La gente es amable hasta lo increíble, humilde por naturaleza y estoicos en su simpatía, a pesar de todo.
Hay más de Diu, la sigo mañana

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