November 30, 2006

 

Jaipur

Cuesta horrores desplazarse por las rutas de la India. Los trayectos no se miden en kilómetros, sino por cantidad de horas. Nos tomó cerca de 11 horas recorrer los 400 kms. que separan Udaipur de Jaipur. Atravesamos un territorio yermo, tierra del interior, vimos nuevamente oficios impensados y pasamos por infinidad de canteras de mármoo. Paisaje blanco. Al costado de la ruta, el calor y el polvo diluyen cualquier atisbo de buen ánimo. Cuando termina de caer la noche, al fin, Jaipur.

Lo primero que vemos y celebramos es un Pizza Hut. Promesa de problema gastrómico solucionado para los próximos tres dias (después descubriremos que es muy caro, y lo suplantaremos por el bendito Mc Donalds). A Jaipur le dicen "The Pink City", todo los edificios y casas del casco viejo estan construidos en piedra rosada. Despues de varias visitas institucionales, salimos a recorrer esta ciudadela vieja, justo a la hora en que el sol nos ofrece los mejores tonos para las fotos. La ciudad regala exotismo: las vacas cruzan las avenidas como escolares que salen de la escuela. Los carros tirados por camellos ya no son una novedad: esperan tranquilos en la cola del semáforo. Por la mano contraria, avanza un elefante pintado con colores pasteles, que se detiene, amaestrado, para la foto única.

Toda la ciudad vieja es una gran feria. Pero a diferencia de Ahmedabad, el color local es lo que impera. Los negocios más comunes con los que ofrecen todo tipo de productos textiles con el sello inconfundible de Rajasthan, y zapaterías donde es imperativo regatear. La ciudad nueva es, en cambio, ordenada, y con sello de distinción inglés. Eso no lo había visto hasta ahora...

Jaipur también nos ofrece la novedad de los rickshaw-bicicleta, a tracción humana, tan populares como las motorickshaw, pero más baratas. Eso si, se necesita un espíritu sádico para sentarse y dejarse llevar por jóvenes flaquísimos que se montan sobre los pedales en gigante esfuerzo. La otra novedad son los mingitorios públicos, a cielo abierto, fuente de hedores inenarrables. Uno se los encuentra en el momento menos pensado, y mas vale desviar la mirada y clausurar las fosas nasales por unos segundos, para salir indemne de esa experiencia.

Mañana temprano viajamos a Agra, para conocer la frutilla del postre de este viaje: el Taj Mahal. Esa, por supuesto, será otra historia.

Comments:
Ro, por favor, me podrias sacr alguna foto de algun mandala, si es en Taj Mahal mejor, gracias besos
 
Ok, trato de cumplir... GRacias por hacerme acordar...
 
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